Son sustancias impermeables a la radiación solar, que crean una pantalla en las zonas donde se ha aplicado y refleja la luz. Impiden el paso de los tres tipos de radiaciones: rayos ultravioleta, visibles e infrarrojos. Los más utilizados son: el óxido de zinc, el dióxido de titanio y la mica.
Protección solar
Utilice siempre protección, especialmente durante las primeras exposiciones solares. Las cremas de protección solar contienen sustancias que actúan como filtros solares, reduciendo la cantidad de rayos que penetran en la piel, evitando las quemaduras y los cambios degenerativos de la piel, si se utilizan adecuadamente.
Según cómo actúen los filtros pueden ser físicos o químicos.
Para cuantificar la capacidad de filtro de las cremas de protección solar, se utiliza el denominado Factor de Protección Solar: un número que mide cuantas veces más se puede estar expuesto al sol para producir el mismo enrojecimiento o eritema que si no se hubiera utilizado la crema de protección solar. Es decir, que si para que la piel no se empiece a poner roja (eritema), el primer día que tomamos el sol debemos estar 10 minutos, utilizando una crema de FPS de 5, se tardarán 50 minutos.
El FPS nos indica el tiempo que podemos exponernos al sol sin riesgo de quemaduras. Cuanto más alto es el FPS, más alta es la protección de los rayos solares.
¿Cómo deben utilizarse las cremas de protección solar?
Para conseguir el máximo efecto de las cremas de protección solar es necesario:
Deshidratación
Beba agua embotellada, evite los excesos en la alimentación y el abuso en el consumo de bebidas alcohólicas. En caso de diarrea o gastroenteritis, muy comunes en los meses de verano, consulte con un médico para evitar riesgo de deshidratación.
Bañarse
Preste atención a la señalización de precaución en las playas y evite los baños después de comidas pesadas o después de haber bebido.
Insectos
Evite las picaduras de insectos con lociones repelentes o aparatos insecticidas. Tome el sol con precaución.
¿Qué es el jet-lag y cómo combatirlo?
El jet-lag (el equivalente en castellano se llama “síndrome de los husos horarios” y tiene menos aceptación) es un desequilibrio producido entre el reloj interno de una persona (el que marca los períodos de sueño y vigilia) y el nuevo horario que se establece al viajar en avión largas distancias al este (es una hora más por cada meridiano o huso horario que se cruza) o al oeste (una hora menos por cada meridiano que se cruza). El reloj interno de la persona tiende a prevalecer, por lo que, en el primer caso, no tendrá sueño cuando haya llegado la noche y, en el caso de viajes al oeste, tendrá sueño en pleno día.
El tratamiento, en los viajes al este, puede requerir el uso de hipnóticos de acción corta (no hay peligro de habituación por lo esporádico de su toma) como lormetacepam (Loramet) o zolpidem (Stilnox); cualquiera de ellos requiere receta médica para su dispensación. En caso de viaje al oeste hay que intentar no dormir (permanecer en lugares iluminados y física y mentalmente ocupado) hasta que llegue la noche; si el sueño es invencible puede descabezarse una corta siesta y recurrir por la noche a un hipnótico de acción rápida. El jet-lag se puede prevenir en gran parte tomando al atardecer melatonina (en USA es de libre dispensación) los días anteriores y posteriores al viaje.
¿Cómo combatir el mareo de un viaje?
El mareo de los viajes o cinetosis se produce por un desajuste entre la información que envían los diferentes órganos que regulan el equilibrio (la vista, el oído interno o laberinto y los receptores de posición de los músculos del cuello).
Pueden disminuirse los síntomas tomando preventivamente un fármaco que deprima la reactividad del laberinto: para un adulto, 2 horas antes del viaje 30 miligramos de cinarizina (10 gotas de Stugeron), que pueden repetirse cada 8 horas, o 50-100 miligramos de dimenhidrinato (1 ó 2 comprimidos de Biodramina), que pueden repetirse cada 6 u 8 horas, o 6,5 miligramos de tietilperazina (1 comprimido de Torecan), repetibles a las 12 horas si persisten los síntomas; en niños debe reducirse proporcionalmente la dosis (consultar prospecto) y no se aconseja el uso de tietilperazina.
Todos ellos provocan somnolencia, por lo que deben evitar su uso los conductores y no debe consumirse alcohol. Si las náuseas son muy prominentes puede añadirse a la prevención o al tratamiento 1 miligramo de cleboprida (10 centímetros cúbicos de Cleboril) o 10-20 miligramos de metoclopramida (1 ó 2 comprimidos o 10-20 cc de Primperan), con reducción proporcional en niños. Todos ellos pueden adquirirse en farmacia directamente, aunque recomendamos consulte antes con su médico habitual.